Conexión Animal

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Murió «Pupy», la última elefanta del Ecoparque que fue trasladada a Brasil.

Este sábado se conoció la triste noticia de que Pupy, la elefanta que había sido trasladada desde el Ecoparque hacia el santuario de elefantes de Brasil, murió tras «complicaciones intestinales» el viernes a la noche.

La elefanta africana tenía 35 años, y durante treinta de ellos, vivió en el antiguo Zoológico de Buenos Aires, hoy reconvertido en Ecoparque. Se descubrió que en la defecación previa a su muerte, expulsó aproximadamente 1,5 kilogramos de piedras oscuras.

En abril de 2025, tras un largo proceso de preparación y adaptación, fue trasladada al santuario de elefantes ubicado en Mato Grosso, Brasil, gestionado por Global Sanctuary for Elephants (GSF) y la organización Elephant Voices. El viaje de casi 2.700 kilómetros, se realizó bajo estrictos protocolos internacionales que incluyeron paradas médicas, control de hidratación y alimentación, y no se utilizaron sedantes para el animal.

Las autoridades del santuario comentaron que la elefanta «tenía antecedentes de cólicos» y explicaron que «incluso en sus días más difíciles, seguía comiendo, y habíamos encontrado un régimen de medicación que parecía hacerla sentir cómoda. Su apetito había mejorado y estaba volviendo a la normalidad».

En las últimas horas de vida, su comportamiento cambió de manera drástica: se mostró débil, distante y desorientada. Al intentar hidratarla, perdió el equilibrio y se desplomó. “Iniciamos de inmediato maniobras de asistencia, pero su corazón se detuvo pocos minutos después”, lamentó la veterinaria Trish London, ocupada del cuidado diario de los animales del santuario.

En un emotivo momento, desde el lugar de los hechos, destacaron que Kenya, su compañera que también había estado en un ecoparque argentino, la acompañó en todo momento. Tras el deceso se le permitió acercarse y pasó «toda la noche a su lado».

El deterioro de salud en el zoológico.

Los responsables del traslado de animales desde Buenos Aires a Brasil resaltaron que las condiciones de salud y estado físico, tanto de Pupy como de Kuki, (otra elefanta que falleció en 2024, poco antes de emprender su viaje al santuario) eran muy pobres. Se encontraban con un cuerpo agotado y que aparentaba el doble de su edad verdadera.

Scott Blaise, uno de los encargados del traslado, advirtió temblores en el tronco y el ojo de Pupy, considerados indicadores de problemas de salud de origen indeterminado.

Estos animales cargan daños fisiológicos y psicológicos que a veces son irreversibles, incluso en las mejores condiciones de un santuario”, explicó la bióloga Laura Benítez, integrante del Instituto de Biología de la Conservación.

El descargo por parte del santuario

Global Sanctuary for Elephants (GSE) reconoció que lo más difícil del cuidado es el deplorable estado en el que reciben a los ejemplares en el santuario, provenientes de zoológicos y en cautiverio. «Elefantas geriátricas que han vivido décadas sin una dieta adecuada, sin atención médica y sin tratamiento para sus patas durante la mayor parte o toda su vida».

«Sabemos que los efectos negativos del cautiverio son significativos y, a veces, insuperables. Esperamos que los cuidados puedan sanar algunos de esos problemas físicos, permitiéndoles disfrutar aspectos de la vida de un elefante que les fueron arrebatados cuando apenas eran unas crías.» comunicó la organización.

También informaron que realizarán una necropsia, en busca de más información sobre las causas del deceso, aunque un informe completo puede tardar hasta tres meses.

Pupy murió a los 176 días de haber sido liberada. Años de encierro y un final en libertad, simboliza tanto el costo del cautiverio como la esperanza de un nuevo sistema de rehabilitación y reinserción de animales. Desde el Ecoparque porteño, sus cuidadores difundieron un mensaje de despedida: “Pupy fue parte de nuestra vida durante más de tres décadas. Nos deja un legado de empatía y la responsabilidad de seguir trabajando por un futuro sin jaulas”.