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Reaparece el águila harpía en Argentina tras más de 20 años.

Un hallazgo fundamental para la conservación de la biodiversidad tomó lugar en la provincia de Misiones; un ejemplar juvenil de águila harpía (Harpia harpyja) fue avistado en el noreste argentino, marcando la primera evidencia de reproducción de la especie en el país en más de dos décadas. Este hecho, documentado por biólogos que trabajan en reservas de la región y recogido por observatorios especializados, reabre el debate sobre el estado de conservación de esta emblemática ave.

Según los registros publicados por observadores y organizaciones como BirdGuides y Global Conservation que monitorean rapaces, el ejemplar fue fotografiado y detectado mediante cámaras y monitores acústicos en la Reserva Yabotí y otras áreas protegidas de Misiones, lo que sugiere un posible éxito reproductivo reciente en la zona, algo que no se confirmaba desde hace más de 20 años en Argentina.

La harpía, oriunda de las selvas de América Central y del Sur, es una de las águilas más grandes y potentes del planeta; las hembras pueden exceder los 7–9 kg y alcanzar envergaduras superiores a los dos metros. Habita bosques tropicales y subtropicales cerrados donde anida en árboles muy altos. Cada pareja necesita grandes extensiones de bosque para cazar y reproducirse. La combinación de su gran tamaño, baja densidad poblacional y dependencia de hábitat continuo la hacen especialmente vulnerable cuando los bosques se fragmentan.

¿Por qué desapareció en Sudamérica?

La desaparición del águila harpía en gran parte de Sudamérica se debió principalmente a la pérdida y fragmentación de los bosques tropicales, su hábitat natural. La expansión de la agricultura, la ganadería y la tala indiscriminada redujeron drásticamente las áreas continuas de selva donde la especie podía cazar y anidar. Al depender de árboles muy altos y extensiones amplias de vegetación densa, la especie se vio obligada a abandonar la región

A esto, se sumó la disminución de sus presas habituales, como monos, perezosos y otros mamíferos medianos, que también sufrieron los efectos de la deforestación y la caza. En algunas zonas, la harpía fue además perseguida por el ser humano, debido a la creencia de que representaba una amenaza para el ganado o por simple desconocimiento. Su baja tasa reproductiva (una sola cría cada dos o tres años) agravó el problema, haciendo que la recuperación de sus poblaciones fuera extremadamente lenta.

Diversas campañas y organizaciones dedicadas a la rehabilitación de la especie en Latinoamérica comenzaron a ver el fruto de su trabajo en los últimos años, ya que hay diversos registros aislados de ejemplares a lo largo del continente, desde México hasta la selva misionera. Estos avistamientos han puesto en evidencia poblaciones relictas y la importancia de proteger fragmentos forestales estratégicos.