Por Bautista Diaz
El gobierno de México tiene en marcha, hace ya varios años, el proyecto llamado Tren Maya. Se trata de un ferrocarril de 21 estaciones, con un recorrido de 1554 kilómetros, que conectará cinco estados de la península de Yucatán.
Desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de México en 2018, el Tren Maya ha sido de sus principales propuestas de gobierno, arrancando su construcción ese mismo año, y convirtiéndose en la obra emblemática del oficialismo.
Sin embargo, miles de grupos ambientalistas y personalidades mexicanas boicotearon e proyecto desde un principio, hasta interrumpiendo el avance de la obra por medio de suspensiones, hasta que no se confirme que no habrá impacto ambiental.
Una de las promesas del presidente hace cinco años atrás, fue no tirar ni un solo árbol para construir el tren. Dado el presente de la selva de Yucatán, no ha sido una firme promesa.
El colectivo «Sélvame Del Tren», organizado para militar en contra de la destrucción de la selva para la construcción, calculo que se han tirado 8.7 millones de árboles, basándose en la densidad de árboles por hectárea

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Desde el gobierno, respondieron a las críticas del movimiento asegurando que iban a plantar un millón de hectáreas de árboles frutales.
Pero el problema de la deforestación y destrucción del ecosistema no se soluciona simplemente plantando árboles. En esas selvas viven miles de especies que no sobreviven al cambio drástico del terreno, y su forma de vida es completamente afectada.
“Vi la devastación y mi primera impresión fue ponerme a gritar. Teníamos meses advirtiendo cuáles eran los daños. Desde Presidencia decían ‘no se preocupen, son acahuales (vegetación herbácea de menos de 1 metro de altura)’, pero lo que estábamos viendo eran árboles”, dijo José Urbina, ambientalista y fundador del colectivo Selvame del Tren.
Una de las principales polémicas está centrada en el Tramo 5 del tren. A fines de mayo de 2022, un juez de Yucatán ordenó la suspensión definitiva del tramo 5 del Tren Maya por no contar con una evaluación del daño ambiental antes de iniciar los trabajos.
A pesar de esto, en junio de ese mismo año, la obra continuó avanzando, obviando las órdenes que habían conseguido los activistas mediante amparos legales.
En febrero de este año, se otorgó la suspensión definitiva del Tren Maya, que causó la salida del Grupo México, uno de los inversionistas del proyecto.

Pero nuevamente, la construcción se reanudó debido a las presiones del gobierno, que cambió el recorrido del tramo varias veces.
Los ambientalistas de México solicitan con urgencia una reunión con los directivos del Tren Maya y con miembros del gobierno para llegar a una instancia de diálogo que acuerde lo mejor para la Selva Maya, considerada como el segundo bosque tropical más extenso del continente americano.