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Emergencia hídrica en el río Paraná, otra vez…

Por Angeles Rempel

Por segundo año consecutivo los ríos del litoral argentino son noticia. Y es porque atraviesan una de las sequías más grandes de los últimos 77 años. Desde 1944 no se registraban bajantes tan importantes en los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú.

Fue por eso que este lunes el Gobierno declaró el “estado de emergencia hídrica” por 180 días en la región de la cuenca del Paraná acompañado del anuncio de un fondo especial de 1000 millones de pesos para las zonas afectadas.

La situación es verdaderamente alarmante: según los datos relevados por el Instituto Nacional de Agua (INA) a la altura de Rosario el río ya bajó más de tres metros su nivel «conocido». En invierno la altura promedio oscila en los 3,2 metros, pero este 25 de julio se registró -0,17. Hoy día el caudal del Paraná es de 6.000 metros cúbicos por segundo y el piso histórico es de 5.800 m3/s.

El cambio climático, directamente asociado actividades humanas, se ha estado evidenciando cada vez con mayor frecuencia. Desde el Ministerio de Ambiente reconocieron que “esto que históricamente podía considerarse un evento único, casual, que ocurriera cada siglo y medio, es muy posible que se repita más asiduamente debido al escenario que plantea el calentamiento global”. 

Son cada vez más los expertos que atribuyen la sequía a la deforestación de la selva paranaense. Los bosques funcionan como grandes esponjas: retienen agua y la liberan a la atmósfera en forma de transpiración. Si la cobertura boscosa desaparece, así también la carga de humedad en el ambiente y la Mata Atlántica ya ha perdido más del 80 por ciento de sus bosques.

El año pasado se quemaron más de 300 mil hectáreas de pastizal natural en el delta

Pero no es sólo la deforestación… Con la bajante, numerosas islas y terrenos quedaron descubiertos en la cuenca baja del río. La quema de pastizales naturales y levantamiento de terraplenes empeoran la situación. Con el fin de aprovechar mayores superficies de tierra para la actividad ganadera, la dinámica del agua se ve cada vez más alterada, destruyendo importantes humedales de los que dependen muchas especies de peces para reproducirse.

Hace años que la dinámica del agua en la cuenca del Paraná se ve sometida a influencias antrópicas. Las 57 represas hidroeléctricas situadas sobre su cauce y afluentes convirtieron al río en una sucesión de embalses cuyo caudal no está controlado en función de necesidades ecosistémicas, sino dependiendo de la demanda energética de grandes ciudades.

Y un problema lleva a otro ya que hoy peligra la generación de energía dependiente de la cuenca. Yacyretá ya opera al 50 por ciento de su capacidad y las alarmas se encienden en Zárate donde hubo que contratar una draga para garantizar la llegada de agua a Atucha. Cuando la central funciona a pleno consume 30 metros de agua por segundo, pero si se llegara a necesitar parar la planta al menos debería abastecerse con 4 metros por segundo para seguir enfriando el núcleo.

La empresa Nucleoeléctrica Argentina, anunció que se adquirieron tres bombas flotantes “a fin de asegurar la refrigeración de los sistemas de las unidades y la instrumentación de las bombas, con el propósito de obtener alerta temprana on-line del comportamiento de las mismas, en el período de bajante extrema”.

El río es constantemente dragado para garantizar su navegabilidad, pero el incremento en la frecuencia de dicha práctica está teniendo costos millonarios. Por la hidrovía del río Paraná circula el 80 por ciento de las exportaciones de granos y cereales del país 

La provisión de agua potable se ha convertido en uno de los problemas más grandes para los ciudadanos. En Misiones hay pueblos enteros sin agua en sus casas hace meses. Vecinos del pueblo Andresito comentan que salir con el balde para pedir agua en las casas más cercanas al río ya se volvió una práctica habitual.

En Rosario quedan al descubierto «tesoros» escondidos en el lecho de Foto: Sebastián Vargas

Pero esta situación pone en alerta a ciudadanos de ciudades más grandes. Desde el gobierno ya advirtieron que “Hay que ser más cuidadosos con el consumo de agua”, aunque indicó que el compromiso no es solo para la ciudadanía, sino que también involucra “reducir la cantidad de residuos que se vierten ya que hay menos agua en la que se puedan diluir los residuos y el material orgánico”.

Lamentablemente, el panorama a futuro no resulta muy alentador. Desde el INA anunciaron que la tendencia descendente observada continuará en las próximas semanas, con muy alta probabilidad de que la bajante persista durante el invierno y posiblemente tendencia similar en el último trimestre del año.

Estas situaciones extremas ya no son novedades, son alertas constantes que no dejan de anunciarse y nos hacen preguntarnos ¿hasta cuándo seguiremos ignorando que el colapso ambiental ya ha llegado?