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La capa de ozono va camino a recuperarse por completo 

Por Santiago Campeni:

La capa de ozono se encuentra en la atmósfera, específicamente en la capa de la estratosfera, entre unos 10 y 40 km de la superficie. Esta compuesta por ozono, un gas formado por tres moléculas de oxígeno, que funciona como filtro de los rayos UV del sol. Estos rayos ultravioleta afectan a la vida en la tierra, ya que su exposición continuada, genera daños en el ADN, pudiendo causar cáncer. 

Sin embargo este gran escudo que está sobre nuestras cabezas, ha sido perforado por la actividad humana, debido a la producción de compuestos químicos que reaccionan con el ozono. El uso de clorofluorocarbonos (CFC) utilizados para equipos de refrigeración, como heladeras, aires acondicionados, y aerosoles, generó que el ozono presente en la estratosfera reaccionara con estos elementos químicos y disminuyera su presencia, permitiendo que pasaran más rayos UV. 

Esto fue detectado en la década de los 80, generando preocupación en la comunidad científica, lo que produjo que en 1987 se logre el Protocolo de Montreal. Este prohibió de forma gradual más de 100 químicos, entre ellos los CFC para reducir el daño generado a la capa de ozono, y hacer que esta se recupere poco a poco. Un efecto secundario de la aplicación de este acuerdo internacional fue la reducción de compuestos que contribuyen con el cambio climático, ya que estos gases también aumentan el efecto invernadero. 

Recientemente, la Organización Meteorológica Mundial, con un grupo de expertos respaldado por la ONU, presentados en la 103ª reunión anual de la Sociedad Meteorológica de los Estados Unidos, informó que “El restablecimiento del escudo protector del planeta ayudará a evitar hasta un 0,5 °C el calentamiento global. De mantenerse las políticas climáticas actuales, se espera que la capa de ozono recupere los valores de 1980 aproximadamente hacia 2066 en la Antártida, en 2045 en el Ártico y alrededor de 2040 en el resto del mundo.”

Ante el logro ambiental que supuso la efectiva aplicación de este protocolo, lo que se tradujo en una mejoría de la capa de ozono, cabe preguntarse por qué no sucede lo mismo con los acuerdos en materia de cambio climático. Desde el Protocolo de Kioto, hasta el Acuerdo de París, las emisiones de gases de efecto invernadero no hacen más que aumentar, y el problema parece estar lejos de solucionarse. ¿Por qué en un caso podemos hablar de un logro mundial, mientras que en el otro nos encontramos constantemente con fracasos?

Algunas respuestas tentativas podrían ser que para solucionar el problema del agujero de la capa de ozono, sólo se tuvo que buscar alternativa a algunos compuestos – los CFC –  y el problema rápidamente comenzó a solucionarse. Nadie dice que modificar la utilización de estos químicos a escala mundial haya sido de la noche a la mañana, pero las causas de este fenómeno están claramente señaladas en algunos químicos presentes en determinados productos, como aerosoles y equipos de refrigeración. 

Con el cambio climático es un poco más complejo, si bien se conoce cuales son los gases de efecto invernadero (GEI) que contribuyen al fenómeno, las actividades que los producen son bien diversas. La matriz energética a base de combustibles fósiles, los cambios en el uso del suelo, el transporte, los residuos no tratados, entre otros, son fuentes emisoras de GEI. Cambiar estos procesos implicaría un cambio no solo tecnológico, sino cultural y filosófico. No basta con cambiar la matriz energética de un país de fósil a renovable, sino también se debe fomentar la eficiencia energética y desalentar el uso de un auto por persona para pasar a utilizar más el transporte público. 

Este logro en materia ambiental, nos muestra que es posible luchar contra los efectos del cambio climático, sin embargo tenemos un largo camino por recorrer.