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La lucha por preservar el Bosque Atlántico

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La urgente lucha para preservar el Bosque Atlántico

El Bosque Atlántico es uno de los bosques con mayor diversidad de vida del Planeta. Se extiende a lo largo de la costa oriental de Brasil y penetra tierra adentro hacia Argentina – Selva Paranaense o Misionera – y Paraguay. Más de 148 millones de personas viven y dependen social cultural y económicamente de los servicios ambientales (agua, energía, protección del suelo, entre otros) que brinda el Bosque Atlántico. En tan sólo una hectárea de bosque se puede encontrar alrededor de 450 especies de árboles. Su riqueza biológica es tan variada, contiene el 7% de las especies de plantas y el 5% de las especies de animales vertebrados del mundo. Muchas de estas plantas y animales son endémicas, lo que significa que no existen en ningún otro lugar de nuestro planeta.

El complejo ecorregional del Bosque Atlántico reúne dos situaciones muy particulares: por un lado, el enorme número de plantas y animales que son exclusivos de estos bosques, y por otro lado el masivo proceso de deforestación que lo afectó.  Es decir, estamos frente a una ecorregión extremadamente frágil y valiosa, y por eso a finales de la década de los 90 y a principios de este siglo varias organizaciones globales de conservación y un sinnúmero de expertos la definieron enfáticamente como un sitio de alta prioridad de conservación y restauración. En ese entonces, Vida Silvestre y WWF nos pusimos a trabajar con un esfuerzo colaborativo transfronterizo por el Bosque Atlántico” detalló Lucía Lazzari, Coordinadora de Paisajes Terrestre Fundación Vida Silvestre Argentina.

En este ecosistema aún sobrevive menos del 1% de la población de yaguaretés que se estima que existieron en la región antes de la llegada de los europeos. Las estimaciones poblaciones de 2020 indican que son aproximadamente entre 76 y 106 los yaguaretés (con una media de 90) que habitan el Bosque Atlántico del Alto Paraná, ecorregión del complejo compartida por Argentina y Brasil. En la mayoría de las áreas donde persiste, sus densidades poblacionales son muy bajas y la extinción local podría ser inminente si no se toman acciones urgentes que reviertan esta situación. Por esa razón, es importante que los esfuerzos de conservación se realicen de manera trinacional en todo el Bosque Atlántico, para fortalecer su hábitat y por ende su población.

Generar espacios de diálogo y encuentro con las comunidades es fundamental para compartir la información científica y técnica con la que contamos y hacer una puesta en común, y a su vez para poder intercambiar conocimientos culturales y tradicionales de los pueblos rurales que nacieron y coexisten en estrecho vínculo con este ambiente”, señaló Lucía Lazzari. “Para poder conducir y propiciar verdaderos procesos de conservación y restauración de la selva misionera o Bosque Atlántico, es fundamental que las comunidades locales estén informadas e involucradas. Son ellos y ellas los verdaderos agentes de cambio”, finalizó.