Por Juana D.D.
El impacto ambiental de la industria de la belleza y los cosméticos, que asciende a 400.000 millones de dólares y sigue creciendo, se extiende desde el abastecimiento de materias primas hasta la producción, la distribución y los residuos generados por los consumidores finales. No sólo afecta con los plásticos de uso mínimo, sino que algunos componentes de los productos cosméticos llegan a los océanos, el aire y a los ecosistemas
Hay plástico en casi todos los productos de higiene y cuidado personal, pero todavía hay más plástico en forma de mínimas esferas en un exfoliante facial, por ejemplo, o en la sombra de ojos.
Esas pequeñas esferas son microplásticos que estamos consumiendo directamente en nuestra piel y no solo daña la salud, terminan en el océano (también en ecosistemas terrestres), y como los microplásticos no son biodegradables, cuando están en el mar atraen toxinas y bacterias transmitidas por el agua que se adhieren a su superficie brillante y se parecen a los alimentos y es por eso que son comidos por peces, anfibios, insectos, larvas y animales marinos. Los plásticos pueden bloquear el tracto digestivo o ingresar a la cadena alimenticia y eventualmente terminar en nuestros platos. Podríamos decir que es una cadena.
Por otra parte la vida silvestre se ve afectada por la fabricación y eliminación de los productos y se ven perjudicados directamente por la práctica de la experimentación con animales, que todavía ocurre en el 80% del mundo.
Algunos de los animales reclutados para las pruebas de laboratorio son extraídos directamente de la naturaleza. Como resultado, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dice que la existencia continua de especies como los macacos de cola larga y rhesus, algunos de los más utilizados en el testeo animal para cosmética, está amenazada.
Además, la experimentación con animales es una práctica que consume muchos recursos y produce muchísimos desechos. Las instalaciones para investigación usan 10 veces más energía que una oficina estándar porque requieren mucho espacio, ventilación, estabilización de temperatura e iluminación constante. Una gran cantidad de productos químicos se utilizan tanto para la prueba como para la limpieza; estos y los cuerpos de los animales contaminados con ellos crean peligros cuando se desechan, ya sea mediante procesamiento, eliminación en vertederos o incineración.
Otro de los grandes problemas que concierne a la industria de cosmeticos y belleza es la utilizacion de quimicos: parabenos, plastificantes, formaldehído, BHA y pesticidas abundan en su fabricación y los protectores solares son un gran ejemplo del daño que estos ingredientes sintéticos pueden causar cuando llegan a las vías fluviales.
Por ejemplo, los arrecifes de coral son referidos como uno de los ecosistemas más valuables en el mundo, sin embargo reciben 14.000 toneladas de protector solar industrial por año, causando daños irreversibles.
Y estos son sólo algunos de los problemas que esta industria trae: también es una industria drenadora de recursos naturales como el aceite de palma, usado como ingrediente en más de 2000 productos según la base de datos de la EWG. O el gasto de agua en la producción y el uso de los productos.
Entonces, ¿cómo hacemos para convertirnos en consumidores más responsables? La respuesta está en optar por cosmética y productos naturales. Hay plantas y preparaciones con ellas usadas hace siglos como cosmética natural sin ningún tipo de agregado químico que tienen grandes propiedades para la piel, sin causar todo el impacto negativo que mencionamos antes.
En la actualidad hay muchísimas marcas y emprendimientos susentables desde la producción hasta el packaging.También, es importante tomarse el tiempo de leer ingredientes y asegurarse de que el producto no fue testeado en animales.
Pasando de los cosméticos y productos de higiene a lo industrial no solo estás haciendo un favor al ambiente, sino que también te estás cuidando a vos mismo dejando de lado ingredientes tóxicos y químicos.
